A veces, como hijos de Dios, sentimos que debemos hablar y testificar en todo momento. Sin embargo, la Biblia muestra que, en ocasiones, el Señor guía a Sus siervos a guardar silencio, a no revelar ciertas cosas o a esperar Su tiempo para hablar. ¿Hay respaldo bíblico para esto? Veamos algunos ejemplos y principios clave para discernir cuándo callar también es obedecer.
1. Jesús mismo guardó silencio
Uno de los ejemplos más claros es el mismo Señor Jesucristo.
Cuando fue llevado ante Pilato y Herodes, Jesús no respondió a todas las preguntas.
“Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.” (Mateo 27:14)
Este silencio no fue cobardía, sino cumplimiento de la profecía: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero.” (Isaías 53:7). Jesús mostró que hay momentos para callar y dejar que la voluntad de Dios se cumpla.

2. María guardó palabras en su corazón
María, la madre de Jesús, también es ejemplo de guardar silencio.
Cuando los pastores y Simeón proclamaron palabras proféticas sobre su hijo, ella no contó todo ni salió a proclamarlo de inmediato, sino que meditaba en su corazón.
“Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.” (Lucas 2:19)
A veces, el Señor nos revela cosas profundas que no son para compartir de inmediato, sino para atesorar y esperar el tiempo de Dios.
3. Jesús mandó guardar silencio sobre milagros
En varias ocasiones, Jesús pidió a quienes sanaba que no contaran a nadie lo sucedido.
“Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese…” (Marcos 5:43, cita parcial)
Esto nos enseña que hay milagros, experiencias y palabras que Dios no quiere que se hagan públicas enseguida, porque Él conoce el momento y el lugar para revelar Su gloria.
4. El profeta Daniel: visiones selladas
Daniel recibió visiones y palabras proféticas que Dios le ordenó sellar y guardar para el tiempo del fin.
“Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin…” (Daniel 12:4, cita parcial)
Esto muestra que no toda revelación es para compartir ya, sino que Dios puede pedirnos silencio hasta Su tiempo perfecto.
5. Principio general: el sabio sabe cuándo callar
La Biblia nos anima a ser prudentes con nuestras palabras.
No siempre es falta de fe quedarse callado: puede ser obediencia, protección o parte del plan de Dios.
“Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; El que cierra sus labios es entendido.” (Proverbios 17:28)
¿Qué podemos aprender?
El cristiano maduro entiende que guardar silencio no siempre es miedo ni cobardía, sino discernimiento espiritual.
Dios puede guiarnos a callar para:
- Proteger un testimonio hasta su tiempo.
- Evitar dañar a otros con palabras prematuras.
- No interferir en Su obra antes de tiempo.
- Meditar y recibir revelación más profunda.
Si sentís que el Señor te pide silencio en algo, orá, pedí confirmación en Su Palabra y confiá en que Su tiempo es perfecto.








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