Morir al Yo: El Camino a la Unción de Dios

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Cada mañana es una nueva oportunidad para acercarte a la presencia de Dios. En medio del ruido del mundo, hay una verdad que transforma vidas: no se puede vivir en la plenitud de Dios sin antes morir al yo. Este es el mensaje central que nos invita a reflexionar profundamente sobre el precio de la unción.

¿Qué es la unción?

La unción es la capacidad sobrenatural que Dios da a sus hijos para cumplir Su voluntad. No se trata de un simple sentimiento emocional o una manifestación esporádica. Es una habilitación divina que transforma, libera, rompe yugos y capacita para ministrar con poder. Como dice la Palabra, «...y el yugo se pudrirá a causa de la unción.» (Isaías 10:27).

Pero la unción no es gratuita. No se recibe por simpatía, por información ni por talento. Hay un precio espiritual, y ese precio comienza con la muerte a uno mismo.

El sepulcro de Raquel: Un símbolo de rendición

Cuando el profeta Samuel ungió a Saúl como rey, le anunció tres señales que marcarían su llamado. La primera fue su encuentro con el sepulcro de Raquel (1 Samuel 10). Raquel murió dando a luz, y en su dolor, llamó a su hijo “Benoni” (hijo de mi dolor), pero Jacob lo renombró “Benjamín” (hijo de mi mano derecha). Este momento de muerte y transformación es clave: no hay unción sin muerte al yo.

El sepulcro simboliza el primer paso hacia la vida de Dios: morir a uno mismo. Sin muerte al ego, al pecado y a los deseos carnales, no hay espacio para que la unción repose.

Jesús y el llamado a morir cada día

Jesús fue claro: “…Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” (Lucas 9:23). Esta invitación no es opcional para quienes desean ser discípulos genuinos. Tomar la cruz diariamente es una decisión constante de renuncia personal para abrazar la vida del Espíritu.

La cruz no es un problema, como muchos piensan. No es una carga injusta ni un castigo. Es una herramienta divina que nos ayuda a mantener el viejo hombre crucificado para que la vida de Cristo se manifieste en nosotros.

El Camino a la Unción de Dios

Tecnología sin unción: Una advertencia actual

Vivimos en una era donde la información y la tecnología abundan. Pero el enemigo no teme ni a pantallas ni a sistemas sofisticados. Lo que realmente lo confronta es la unción de Dios en una vida rendida. Satanás no se intimida ante un cantante talentoso, pero sí ante un adorador ungido. No se doblega ante un predicador elocuente, pero sí huye ante un siervo que vive crucificado con Cristo.

La verdadera grandeza espiritual

Ser grandes en Dios implica dejar de vivir para uno y comenzar a vivir para Él. Solo cuando perdemos nuestra vida —nuestra comodidad, deseos, orgullo y autosuficiencia— hallamos la vida abundante que viene del cielo. Como dijo Jesús: “…y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.” (Mateo 16:25).

No se trata de saber más, sino de rendirse más. No es cuestión de impresionar, sino de impactar espiritualmente por medio de la unción que proviene de una vida entregada.

Conclusión

El camino hacia la unción está pavimentado con negación personal, obediencia y muerte al yo. Si deseás ver a Dios moverse en tu vida con poder, comenzá por rendirte completamente. La cruz no es tu enemiga, es tu aliada. Allí donde muere el viejo vos, comienza la vida sobrenatural que Dios ha preparado.

📌 Nota: Contenido adaptado del video del Pastor Juán Carlos Harrigan: La Clave para Ser Ungido

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