Hay momentos en la vida en los que una simple frase puede sacudirnos por dentro: “Antes que te formase en el vientre te conocí…”. Así comienza una de las declaraciones más profundas que Dios le hace al profeta Jeremías (Jeremías 1:5). Y no es una palabra exclusiva para él. Esta revelación también es para cada hijo de Dios: nadie nace sin un propósito divino.
Un llamado santo, no por mérito humano
En 2 Timoteo 1:9, el apóstol Pablo dice que Dios “quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.”. Esta verdad es clave: no fuiste llamado por ser perfecto, sino porque Dios te planeó, te separó y te asignó un propósito eterno.
La santidad, en este contexto, no es una actitud intachable que desarrollamos, sino una separación divina. Ser santo es ser apartado por Dios para algo específico. No se trata de si vos lo merecías o no; se trata de que Dios te eligió.
Jeremías: el ejemplo de un joven inseguro pero escogido
Jeremías respondió como muchos de nosotros: “Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.” (Jeremías 1:6). Se sentía incapaz. Sin recursos. Sin preparación. Pero Dios no estaba buscando capacidad humana, sino disposición. Le respondió con firmeza: “…No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande.” (Jeremías 1:7).
Dios no necesita que seamos autosuficientes; necesita que seamos obedientes. Y a Jeremías, como a vos, le dijo: “…He aquí he puesto mis palabras en tu boca.” (Jeremías 1:9). La palabra que transforma el mundo no sale de nuestro talento, sino del depósito que el Espíritu Santo pone en nosotros.

El propósito provoca resistencia
Quien tiene un llamado de parte de Dios va a enfrentar oposición. A veces parece que todo es cuesta arriba. Que otros prosperan con facilidad mientras vos empujás sin resultados. ¿La razón? Hay una guerra espiritual contra quienes llevan un propósito mayor. Satanás sabe que, si ese propósito se activa, su obra será destruida.
Pero no estás solo. Dios promete estar con vos, delante, al lado y detrás. “…porque contigo estoy para librarte…”, dice el Señor (Jeremías 1:8). Esa es la garantía que sostiene tu llamado.
No naciste vacío
Cada persona viene al mundo con una capacidad dada por Dios. Nadie nace sin dones. El problema no es que no los tengamos, sino que muchos mueren sin descubrirlos. El Espíritu Santo es quien nos revela lo que Dios depositó en nosotros y cómo usarlo para Su gloria. Como dice Pablo, hay un “buen depósito” dentro de cada creyente (2 Timoteo 1:14).
No sos un error, no sos fruto del azar. Sos parte de un diseño eterno. Aun cuando tus circunstancias de nacimiento hayan sido difíciles o marcadas por rechazo, Dios te conoció antes, te separó antes y te eligió antes.
Dios habla, y eso lo cambia todo
Una de las afirmaciones más poderosas del mensaje es que cuando Dios rompe el silencio y habla a tu vida, todo comienza a cambiar. A través de sueños, visiones o la voz interna del Espíritu, Él confirma su plan para vos. Su voz trae vida, dirección, identidad. Si estás en un tiempo de silencio, preparate: el cielo está por hablar.
El tiempo de Dios no es el de los hombres
Jeremías pensaba que tenía que esperar a los 30 años —la edad tradicional para ejercer ministerio—, pero Dios lo llamó a los 20. Eso enseña algo clave: Dios no se rige por nuestras normas, edades o sistemas. Él puede acelerar procesos y usarte incluso cuando sentís que todavía no estás listo. No se trata de cuándo vos te sentís preparado, sino de cuándo Dios decide activarte.
Rendíte, no al miedo, sino a Su plan
La respuesta correcta no es esconderte tras excusas. Es rendirte a su llamado. Si no sabés hablar, Él pondrá palabras en tu boca. Si no tenés recursos, Él será tu provisión. Si sentís que no tenés fuerza, Él será tu fortaleza. El impacto no ocurre cuando hablás de Dios, sino cuando Dios habla a través de vos.
📌 Nota: Contenido adaptado del video del Pastor Juan Carlos Harrigan: Dios te Escogió








0 comentarios