Cuando Jesús enseñaba, no sólo comunicaba información. Tocaba corazones, desafiaba conciencias y revelaba el Reino de Dios con un poder que iba más allá de las palabras. Parte de ese impacto tenía que ver con cómo hablaba. Jesús usó recursos del lenguaje —figuras retóricas— que permitían que verdades profundas fueran comprendidas por personas sencillas. En este artículo vamos a repasar algunas de esas figuras que aparecen en sus enseñanzas y cómo las utilizaba para revelar lo eterno en lo cotidiano.
¿Qué son las figuras retóricas?
Son formas especiales de usar el lenguaje para comunicar algo con más fuerza, belleza o profundidad. No se trata de adornos vacíos, sino de herramientas que permiten expresar realidades complejas de forma memorable. Jesús, el Maestro por excelencia, las usó con sabiduría para revelar verdades espirituales de manera accesible y poderosa.
1. Parábolas: revelando el Reino con historias simples
La figura retórica más conocida que usó Jesús fue la parábola. A través de relatos breves, tomados de la vida diaria, enseñaba principios espirituales profundos.
Ejemplo:
«El Reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza…» (Mateo 13:31)
Con esta imagen sencilla, Jesús explicaba cómo algo pequeño puede crecer y tener gran impacto.
Propósito:
Las parábolas ocultaban la verdad a los soberbios y la revelaban a los humildes (Mateo 13:10-13). También hacían que las enseñanzas fueran fáciles de recordar.
2. Metáforas: conectar lo visible con lo invisible
Jesús usó muchas metáforas para describir quién era Él y cómo obra Dios.
Ejemplos:
«Yo soy la vid verdadera…» (Juan 15:1)
«Ustedes son la sal de la tierra…» (Mateo 5:13)
Propósito:
Estas comparaciones directas ayudaban a comprender conceptos espirituales usando elementos concretos y familiares.

3. Símiles: comparaciones claras para entender lo eterno
A diferencia de la metáfora, el símil compara usando palabras como «como» o «semejante a».
Ejemplo:
«He aquí, yo los envío como ovejas en medio de lobos.» (Mateo 10:16)
Propósito:
Este tipo de lenguaje permitía ver con claridad la situación espiritual en imágenes prácticas.
4. Hipérboles: exageraciones para resaltar lo importante
Jesús también usó hipérboles, es decir, exageraciones intencionales para destacar un punto clave.
Ejemplo:
«Si tu ojo te hace caer en pecado, sácatelo y arrójalo.» (Mateo 5:29)
Propósito:
No es una instrucción literal, sino una forma de mostrar cuán serio es el pecado y cuán radical debe ser el arrepentimiento.
5. Ironía y contraste: revelar el corazón
Jesús muchas veces usaba ironía o contrastes fuertes para confrontar la religiosidad vacía.
Ejemplo:
«Guías ciegos, que cuelan el mosquito pero tragan el camello.» (Mateo 23:24)
Propósito:
Dejaba en evidencia la hipocresía de los líderes religiosos y despertaba la conciencia de quienes lo escuchaban.
6. Preguntas retóricas: provocar reflexión
Jesús usaba preguntas que no esperaban respuesta, sino que llevaban a pensar.
Ejemplo:
«¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su alma?» (Marcos 8:36)
Propósito:
Estas preguntas movían al oyente a examinar su vida, sus prioridades y su destino eterno.
7. Juegos de palabras: impactar con sabiduría
A veces, Jesús hacía uso de juegos de palabras o doble sentido, que en el idioma original (el arameo o el griego) tenían fuerza especial.
Ejemplo:
En Juan 3, cuando habla del “nuevo nacimiento”, juega con la palabra griega anóthen, que puede significar “de nuevo” o “desde arriba”. Eso genera confusión en Nicodemo, pero Jesús lo usa para llevarlo más allá de lo literal.
¿Por qué esto es importante para vos hoy?
Jesús no hablaba por hablar. Cada palabra, cada imagen, cada historia, tenía el propósito de llevar a las personas a una revelación. Al estudiar las figuras retóricas que usó, no solo entendemos mejor sus palabras, sino que también aprendemos a comunicar verdades espirituales con claridad, poder y sensibilidad.
Si servís en la enseñanza, la predicación o simplemente querés crecer en tu comprensión de la Palabra, aprender del estilo de Jesús es clave. No enseñaba desde la teoría, sino desde el corazón, usando palabras que atraviesan el tiempo y siguen transformando vidas.








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