En 2 Reyes 3:15 encontramos un pasaje breve pero profundamente significativo:
“Mas ahora traedme un tañedor. Y mientras el tañedor tocaba, la mano de Jehová vino sobre Eliseo.”
A primera vista, puede parecer un simple detalle histórico, pero en realidad encierra una enseñanza poderosa sobre la relación entre la adoración, la sensibilidad espiritual y la presencia de Dios. Este momento revela cómo el ambiente del corazón y del espíritu puede abrir el camino para recibir la palabra divina.
El contexto del pasaje: una situación de crisis
Eliseo se encontraba frente a una situación difícil. Los reyes de Israel, Judá y Edom estaban en guerra contra Moab, pero se habían quedado sin agua en medio del desierto. En medio de esa desesperación, el rey de Israel, que no seguía los caminos del Señor, pidió ayuda al profeta Eliseo.
Cuando Eliseo los recibe, su espíritu no estaba dispuesto. Estaba frente a hombres que habían actuado sin consultar primero a Dios, y el ambiente espiritual no era propicio para recibir revelación. Por eso Eliseo pide:
“Traedme un tañedor.”
El profeta sabía que antes de hablar, debía alinear su espíritu con el Espíritu de Dios.
¿Qué es un tañedor y por qué Eliseo pidió uno?
Un tañedor era un músico, alguien que tocaba un instrumento de cuerda, como el arpa o la lira. En la antigüedad, la música tenía un papel importante en la adoración y la comunión con Dios.
Eliseo no pidió al tañedor como una distracción o entretenimiento. Lo hizo porque la música, cuando es ofrecida en adoración, tiene el poder de calmar el alma, enfocar la mente y preparar el corazón para oír la voz de Dios.
En otras palabras, Eliseo entendía que la atmósfera espiritual influye en la receptividad profética. La música guiada por el Espíritu Santo puede crear un ambiente donde la presencia de Dios se manifieste con poder.
La mano de Jehová vino sobre Eliseo
El texto dice:
“Y mientras el tañedor tocaba, la mano de Jehová vino sobre Eliseo.”
Esa frase revela el propósito del tañedor: la música no era el fin, sino el medio para que el Espíritu de Dios descendiera con poder sobre el profeta.
Eliseo necesitaba desconectarse del ambiente tenso, de la incredulidad y del enojo que podía sentir hacia el rey impío. Al oír la música, su corazón se aquietó y su espíritu se alineó con el de Dios. Fue entonces cuando la palabra profética fluyó.
Este momento nos enseña algo vital: cuando el alma se aquieta y la adoración ocupa el centro, Dios habla con claridad.

La adoración como llave espiritual
Eliseo no fue el único que experimentó esto. A lo largo de toda la Escritura, vemos que la adoración abre el camino para la manifestación divina.
- David tocaba el arpa y los espíritus malignos se apartaban de Saúl.
- Los levitas tocaban y cantaban, y la gloria de Dios llenaba el templo en tiempos de Salomón.
- En el libro de Hechos, Pablo y Silas cantaban himnos en la cárcel, y las cadenas se rompieron.
En todos estos casos, la música no fue solo melodía, sino un acto de fe y rendición. La adoración sincera prepara el terreno para lo sobrenatural.
Lo que Eliseo nos enseña hoy
El pedido de Eliseo nos recuerda que no basta con tener una necesidad o querer una palabra profética. Antes de hablar con Dios o esperar respuesta, debemos preparar el corazón.
En la práctica, esto significa:
- Silenciar el ruido interior — dejar de lado la preocupación, la queja o el enojo.
- Buscar un ambiente de adoración, no solo con música, sino con una actitud reverente.
- Permitir que el Espíritu Santo ministre primero al corazón, antes de buscar una instrucción o dirección.
Así como Eliseo pidió un tañedor, nosotros también podemos detenernos a decir:
“Señor, necesito que toques mi corazón antes de hablarme.”
Y cuando la adoración llena el alma, la voz de Dios se escucha con nitidez.
Un principio eterno: la presencia antes que la palabra
Eliseo no se apuró a profetizar. Entendía un principio eterno: la presencia de Dios viene antes que la palabra de Dios.
Cuando el tañedor comenzó a tocar, la atmósfera cambió. Donde antes había tensión, hubo paz. Donde había enojo, hubo sensibilidad. Donde había silencio humano, llegó la voz del Espíritu.
Este episodio nos enseña que la música ungida puede preparar el alma para recibir dirección, consuelo y poder espiritual. Eliseo no buscaba una emoción, sino comunión.
Conclusión: un corazón afinado con el cielo
Eliseo pidió un tañedor porque sabía que no se puede hablar de parte de Dios sin estar en sintonía con Él. La música en adoración es una herramienta que afina el corazón del creyente con la melodía del cielo.
Cada creyente puede aprender de esto: antes de actuar, de decidir o de pedir respuesta, tomá tiempo para adorar. Dejá que el Espíritu Santo te hable en medio de la calma.
Así como Eliseo, vas a descubrir que cuando la adoración precede a la palabra, la presencia de Dios se manifiesta y transforma todo.








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